http://www.bublegum.net/israel0511/
Del Blog de Israel (que lo recibe a su vez de su hija Abi:) y cuya autoría supongo es de Diego Contreras:
Israel acaba de dejar una nota en mi blog, de esas que levantan la autoestima:). Cuando te dejan una nota así, te das cuenta que te has encontrado con un alma en sintonía, en lo fundamental. Por justa correspondencia, visito su blog, donde confirmo tal teoría. Creo que tiene un blog que destila amor y humanidad por todos sus poros. Extraígo del mismo, un relatito que considero además de hermoso, terriblemente didáctico.. para quién quiera escuchar..escuche:)
Pdta. Israel, cambio con tu permiso y el de Abi, algunas palabras por razón de genero, para que muchas personas puedan sentirse identificadas. Asimismo, cambio una referencia a la agresión, por otra que explica que la agresión no es tolerable, ni entre iguales, y mucho menos de mayores a peques:).
Este mismo artículo está publicado también en http://www.bublegum.net/evolucionando/
Al pasar los años...
A los 5 años, aprendí que a los pececitos dorados no les gustaba la gelatina....
A los 10, aprendí que era posible estar enamorado de cuatro al mismo tiempo.
A los 12, aprendí que, si tenía problemas en la escuela, los tenía más grandes en la casa.
A los 13, aprendí que, cuando mi cuarto quedaba del modo que yo quería, mis papas me mandaban ordenarlo.
A los 15, aprendí que no debía descargar mis frustraciones en mi hermano/a menor, porque mis padres tenían frustraciones mayores Y SE PODIA ENFADAR MUCHO MÁS.
A los 20, aprendí que los grandes problemas siempre empiezan pequeños.
A los 25, aprendí que el título obtenido no era la meta soñada.
A los 27, aprendí que nunca debía elogiar la comida de mis padres, cuando estaba comiendo algo preparado por mi pareja.
A los 28, aprendí que se puede hacer, en un instante, algo que te va a hacer doler la cabeza la vida entera.
A los 31, aprendí que cuando mi pareja y yo teníamos una noche sin chicos, pasábamos la mayor parte del tiempo hablando de ellos.
A los 33, aprendí que a casí todos nos gusta recibir flores, o detalles cariñosos, especialmente sin ningún motivo.
A los 34, aprendí que no se cometen muchos errores con la boca cerrada.
A los 38, aprendí que, siempre que estoy viajando, quisiera estar en casa; y algunas veces cuando estoy en casa me gustaría estar viajando.
A los 39, aprendí que puedes saber que tu pareja te ama cuando quedan dos croquetas y elige la menor.
A los 40, aprendí que, si estás llevando una vida sin fracasos, no estas corriendo los suficientes riesgos.
Luego, al pasar de los años aprendí...
Que niños y abuelos son aliados naturales.
Que es absolutamente imposible tomar vacaciones sin engordar cinco kilos.
Que no puedo cambiar lo que pasó, pero puedo dejarlo atrás.
Que la mayoría de las cosas por las cuales me he preocupado nunca suceden.
Que si esperas a jubilarte para disfrutar de la vida, esperaste demasiado tiempo.
Que nunca se debe ir a la cama sin resolver una pelea.
Que si las cosas van mal, yo no tengo por qué ir con ellas.
Aprendí que envejecer es importante.
Aprendí que amé menos de lo que hubiera debido.
Y hoy... me doy cuenta que todavía tengo mucho para aprender.
DIEGO CONTRERAS
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